El Gran Maestro D. Miguel Pérez Carrillo, falleció el pasado miércoles 16 de Noviembre a las 21:23 horas, a los 95 años de edad. Se marchó rodeado de su familia y seres queridos, en paz y con serenidad, tras una vida intensa que ha dejado huella en muchísimas personas. Fue un adelantado a su tiempo, persona enciclopédica, de formación militar y deportiva, y escritor, que se inició en las artes marciales muy joven y que ha dejado un legado extraordinario. Fue uno de los pioneros de las artes marciales en España y Fundador del Yawara-Jitsu.
Este es el artículo más difícil de mi vida. Volcar en unas líneas mis vivencias, recuerdos y experiencias marciales al lado de mi padre se me antoja imposible, tanto que comienzan andando en pañales encima del tatami. Mi primer recuerdo es a los 3 años y medio, en el famoso gimnasio Toyama, con un kimono de Judo, haciendo randori, intentando mantenerme de pie y mi padre sonriendo. Ya se estaba terminando de gestar el Yawara-Jitsu. Veía a mi padre trabajando en su despacho, investigando, analizando y -en determinados momentos- comprobando con mi hermano, la biomecánica de las técnicas.
Las artes marciales eran en esos tiempos clandestinas –recuerdo cuando para practicar karate, había que tener 14 años, y yo me colaba en las clases con 8 años-. Nuestro dojo, parecía un centro de peregrinaje. Recuerdo la ilusión que tenía cuando recibía la noticia de la llegada de algún maestro. La expectativa y la magia que se creaba en sus primeras clases. Como si de una enseñanza esotérica se tratase. También recuerdo con cariño cuando íbamos al cine juntos, a ver las primeras películas de artes marciales: de Bruce Lee, Jackie Chan o Chuck Norris, como si de un ritual se tratase.
Aprendí de muchos maestros, pero el maestro principal era mi padre. Con el tiempo percibí que todo lo que iba aprendiendo -compaginé desde los inicios el Yawara-Jitsu con multitud de artes marciales-, sería finalmente una preparación enciclopédica, para atesorar conocimientos. Llegar a tener una apropiada visión de conjunto sobre las disciplinas marciales, para cerrar el ciclo que él había iniciado.
En los años iniciales, no fue fácil. El que un maestro occidental se atreviese a revisar técnicas y metodologías tradicionales generó rechazo en algunas personas. Fui testigo de muchas alegrías y de ver como se iba reconociendo al Yawara-Jitsu. También de momentos de desánimo, y de tristeza, al ver las dificultades que había en el camino.
Ya en mi adolescencia, comencé a acompañar a mi padre como ayudante, comenzando a tener mi propio tiempo de docencia, con la responsabilidad que ello conlleva. Difundimos el Yawara-Jitsu por España y, poco a poco, fui tomando las riendas hasta que, a los 75 años de edad, se retiró y me nombró oficialmente sucesor y Soke Shihan del sistema, aunque, cierto es, que ya llevaba muchos años ejerciendo de ello.
Como máximo exponente del Yawara-Jitsu, he luchado para que se reconozca la labor de mi padre. Primero coordinando varios artículos y vídeos instruccionales en la revista Budo International, difundida en 55 países. O el homenaje que le realicé ante importantes maestros de varios lugares del mundo en un seminario internacional celebrado en Torremolinos (Málaga), donde le entregué una placa conmemorativa. O el más reciente premio Masters Hall of Fame USA 2012, -los Óscar de las artes marciales-, que me otorgaron en el año 2012 y al que puse como requisito que también se premiará a mi padre como fundador del sistema. O el introducir el Yawara-Jitsu en diversos países del mundo.
En lo metodológico, continué la labor de elaboración y creación de los programas que habían quedado inconclusos. Los distintos programas de cinturón negro, desde 1º a 5º Dan, varios katas superiores y el desarrollo de los programas de enseñanza sobre defensa personal infantil y prevención del acoso escolar, defensa personal femenina y violencia de género y defensa personal adaptada para personas ciegas, amputadas, en sillas de ruedas o mayores. De esta manera, se cerró el ciclo de lo que es hoy día uno de los más completos sistemas de defensa personal del mundo, y lo puedo atestiguar, después de impartir seminarios en más de 10 países y recibir numerosos reconocimientos por ello.
Podría terminar aquí el artículo y ser políticamente correcto o cínico, como tres clubes que se rasgan las vestiduras por las redes sociales y jamás se han interesado por el fundador del Yawara-Jitsu. Ahora dicen que van a practicar «Yawara» a secas, manipulando la memoria de mi padre, al afirmar que tenían su respaldo. No tienen ni su respaldo ni el conocimiento, y lo que están haciendo es un burdo sucedáneo del Yawara-Jitsu. Desde la Federación Mundial protegeremos el legado de mi padre, para que nadie se aproveche ni de su trabajo ni del mío.
En lo personal es de justicia y honestidad señalar que los últimos años tuvimos un profundo desencuentro que nos mantuvo alejados. Hace unos meses tuve la oportunidad de hablar con él y retomar el contacto; y, en estos días tan tristes, he podido transmitirle mi amor y mi agradecimiento por haberme dado tanto y ser hoy la persona que soy.
Descansa en paz Papa.